Asilvestrando la Educación. Sembrando Identidad Territorial

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Latentes, esperando el momento exacto para ver la luz, geminar y prosperar, las semillas recogen en unos pocos milímetros un proyecto de vida vegetal que desea abrirse paso y mostrar todo su esplendor, sin prisas, con paciencia, disfrutando del recorrido hasta convertirse en una pequeña plántula.

Procesos cuidadosos que la naturaleza desarrolla de forma discreta, casi imperceptible, autónoma pero que constituyen el pilar sobre el que se van construyendo el resto de formas de vida. Formas de vida que habitan y forman el paisaje de un determinado territorio y que se funden y combinan entre sí para establecer un perfecto equilibrio natural.

Una semilla es un pequeño tesoro lleno de riqueza, fuerza y energía. Para germinar, crecer y mostrar todo su esplendor requiere que el entorno donde se desarrolla sea acorde a lo que es, a sus características, potencialidades y necesidades. Necesita sentirse arropada, acogida, acompañada… por la climatología, la edafología, los usos del terreno, la vegetación y fauna acompañantes…

Cada persona y cada niña y niño,  al igual que una pequeña semilla, tiene dentro de sí todo el potencial para crecer y desarrollarse plenamente y, del mismo modo, unas necesidades distintas, unos requerimientos diferentes para mostrar todo su esplendor.

Al igual que ellas, su crecimiento está directamente conectado con las características del entorno donde crece. Un entorno rico con unas determinadas tradiciones, costumbres, gastronomía, cultura, con una forma peculiar de relacionarse con el entorno, con el paisaje que representa su identidad territorial.

Existen multitud de semillas, criollas, mejoradas, híbridas, transgénicas, etc.  y existen semillas silvestres nativas, autóctonas, adaptadas a un determinado territorio desde hace cientos o miles de años, cuidadas y protegidas con mimo, capaces de alinearse con otras para dibujar un paisaje especial.

Desde Semillas Silvestres llevan años cuidando la integración de cada una de sus semillas con el paisaje que las acoge, cuidando la sostenibilidad en los procesos de obtención, almacenaje y distribución, investigando y acompañando proyectos de regeneración ambiental, de forma paralela a como desde Fundación Paisaje acompañamos la educación de la infancia.

Educar en Paisaje es también fertilizar el terreno donde crecen las semillas y la infancia y, para ello, es necesaria la colaboración con todas aquellas personas y entidades que pueden ofrecer la mejor versión de sí mismos.

Porque regenerar y educar implica buscar la calidad y el detalle en cada paso que damos, contar con la cercanía, el apoyo y el acompañamiento de Semillas Silvestres en este discurrir es una garantía de que estamos manteniendo nuestra esencia, nuestra coherencia y ofreciendo lo que consideramos mejor para que todo florezca y fructifique, tanto en la regeneración ambiental como en la educación que soñamos.

Queremos inundar los paisajes y, sobre todo Silvella, nuestra finca  regenerativa, sede de la Fundación y Paisaje de Aprendizaje, de Semillas Silvestres para mejorar nuestros suelos, nuestros paisajes y reforzar el vínculo emocional y territorial con nuestro entorno y las personas que lo habitamos. Por ello hemos firmado un convenio de colaboración entre Fundación Paisaje y Semillas Silvestres, para seguir caminando de la mano y sembrando, para que las cosechas sean capaces de darnos los mejores frutos.

“Los niños son las semillas de nuestro futuro, siembra amor en sus corazones y riégalas con sabiduría y lecciones de vida; cuando crezcan, dales espacio para crecer”.

 

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