Silvella se regenera regenerándonos

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A veces no es fácil parar, tomar distancia y valorar con perspectiva como las acciones humanas modifican y cambian el paisaje. Cada paso que damos, cada movimiento que hacemos, influye en las dinámicas naturales y participa de un modo u otro en las interacciones que ocurren en un determinado lugar, también en las dinámicas sociales. A veces sin apenas darnos cuenta, otras de forma muy clara y patente.

Hace poco más de un año el paisaje de Silvella nos regalaba múltiples miradas desde un encuentro social y de celebración. Hace un año establecimos un diálogo colectivo con este Paisaje de Aprendizaje para darle oficialmente la bienvenida como sede de los proyectos, andanzas e ilusiones de Fundación Paisaje. En ese diálogo y, con la ayuda de muchas personas y entidades amigas, comenzamos a darle forma y sobre todo a darle VIDA, comenzamos a SOÑAR Silvella. Bueno, no comenzamos a soñarla porque el sueño ya había comenzado de la mano de Loly y David, más bien continuamos soñándola despiertas, muy despiertas y en compañía.

Silvella era Silvella hace un año, pero Silvella es ahora otra Silvella.

Porque todo cambia y todo queda e irremediablemente hacemos camino al andar. Por sus caminos, a lo largo de 12 meses han ocurrido muchas cosas y han transitado muchas botas y miradas diferentes. En ella han quedado huellas pero también ella ha dejado las suyas. Y eso se nota en su rostro y en sus espacios, en sus senderos y en la vida que brota de sus entrañas y que emana desde su cueva.

¿Cómo ha cambiado Silvella en este año?

Todos los espacios de Silvella se han ido transformando en este tiempo. Queremos acercaros y contaros algunos de los cambios más patentes. Sobre todo mostraros como la regeneración se abre paso, a su ritmo, a un ritmo pausado, lento y con pequeñas y/o grandes ayudas.

Las acciones para ofrecer un poco de ayuda a la regeneración natural de un determinado paisaje y contribuir a su evolución en positivo, deben pasar en muchos casos por realizar determinadas intervenciones sobre tres elementos básicos: el agua, el suelo y la biodiversidad.

Silvella está enclavado en una de las zonas con mayor riesgo de desertificación de la península ibérica. Este rincón del sureste del territorio español muestra las características típicas de una zona semiárida con escasez de precipitaciones, una reducida cubierta vegetal y un fuerte contraste térmico entre la noche y el día. Las especies vegetales típicas de la zona, como por ejemplo el esparto y el albardín, están adaptadas a estas condiciones en las que además predominan suelos yesíferos, con una alta salinidad y pocos nutrientes.

Dedicada antaño en parte al cultivo de cereal, el abandono de las tareas agrícolas trajo consigo un deterioro de la calidad y pérdida de suelo, el aumento de los fenómenos erosivos y la consiguiente pérdida de agua y disminución del nivel freático. Por eso, una de las actuaciones más importante de este año ha sido la creación en el terreno de líneas que ayudan a canalizar el agua de lluvia y distribuirla por los diferentes espacios, así como la construcción de pequeñas balsas de retención y acumulación de agua. En las siguientes imágenes podemos apreciar como las intervenciones realizadas han creado esas nuevas líneas en el terreno, permitiendo la entrada del agua en el olivar y en el bosque de álamo cano y distribuyendo los recursos hídricos por toda la finca. Aunque aún queda por perfilar el diseño final se ha podido constatar ya el beneficio de estas actuaciones.

Dibujo del perfil de Silvella para mejorar sus recursos hídricos
Actuaciones de mejora del olivar

Una de las zonas especialmente cuidadas el último año ha sido el viejo olivar situado en la parte este de Silvella. Abandonado desde hace muchos años, mostraba signos de debilidad y pérdida de vigor que se percibía sobre todo en el color apagado de sus hojas. Gracias en parte a los consejos y la ayuda de Agustín Guerrero, padre de David y su experiencia en el manejo de esta especie y también a la familia de Esmeralda Tortosa (su marido Juanma y sus tres niños), una de las educadoras participante en la 1ª Edición del Programa Formativo «Educar en Paisaje», se hicieron tres actuaciones básicas para su mejora: la apertura de las copas mediante pequeñas podas, de las que además se han conseguido varios ejemplares para vestir el acceso a la cueva, la apertura de las líneas de agua y el aporte de estiércol y paja para la mejora de la cubierta vegetal. Aún le queda margen de mejora pero sin duda el cambio ya es patente.

El resurgir de la vegetación

Una de las más bonitas sorpresas del final de la primavera ha sido la lluvia, en algunos momentos lluvia fina y en otros en forma de tormentas. Ver como crecían las charcas de Silvella, se llenaban de renacuajos y como se iba dosificando la disponibilidad de agua ha permitido disfrutar de una primavera plena y biodiversa. Así, la vegetación silvestre y espontánea ha brotado con gran fuerza, especialmente de forma llamativa los cardos (Carduus tenuiflorus), que han alcanzado grandes alturas, las viboreras (Equium vulgare), las esparragueras (Asparagus officinalis) y toda la vegetación típica de esta zona, entre la que destacan tomillos (Thymus sp.), collejas (Silene vulgaris), ajopuerros (Allium sp.), verdolagas (Portulaca oleracea), vinagreras (Rumex sp.), limonios (Limonium sp.), gypsófilas (Gypsophyla tomentosa), esparto (Macrochloa tenacissima) o el albardín (Lygeum spartum), entre otras.

También aquellas especies sembradas o plantadas en Silvella en este tiempo como las encinas (Quercus ilex), los álamos canos (Populus x canescens) resultado de la hibridación de Populus alba y Pópulus trémula, los tarays (Tamarix sp.), los ciruelos y perales silvestres (Pyrus cordata), o los atriplex (Atriplex halimus), esparcidos en forma de bombas de semillas en una de las actividades del programa formativo, han brotado con fuerza y teñido de color el paisaje.

En una de las balsas, la más próxima a la cueva y donde vierten las aguas residuales de la cocina, se han colocado eneas y otras plantas acuáticas macrófitas, para favorecer su purificación y limpieza. Parte de esta vegetación fue aportada por Martín Moreno durante uno de los fines de semana que acudió a la formación, ¡gracias Martín!

Los cambios en la cueva

En la cueva, ese mágico lugar excavado en la tierra en el que nos refugiamos, compartimos aprendizajes, nos alimentamos, celebramos, descansamos, creamos e ideamos, han cambiado muchas cosas pero, sobre todo, se ha llenado de aprendizajes, bullicio, reflexión, risas, música, creatividad y diálogo, mucho diálogo.

Son tantas las cosas que han cambiado en ella en estos más de 365 días, que es difícil recoger y plasmar cada uno de los detalles que la están configurando y dotando de una personalidad única y muy especial. Los trabajos realizados bajo la supervisión de David con la ayuda de muchas personas, especialmente su tío José, pero también de carpinteros, albañiles, cristaleros, montadores, etc. han permitido consolidar su estructura e ir mejorando la comodidad y estética del espacio, tanto interior como exterior. En este tiempo se ha pasado de contar con un espacio diáfano, prácticamente vacío, a disponer de un espacio preparado y enormemente bello que acoge la vida y actividad de Fundación Paisaje.

La cocina, sin lugar a dudas, ha sido un centro neurálgico donde han ocurrido muchas cosas y donde grandes cocineros, como Carlos, Daniel, Juani y José, han ido procesando y preparando, con mucho cariño y creatividad, los alimentos que llegaban de la tierra y los campos próximos. Alimentos que provienen, entre otros lugares, de la cooperativa agroecológica Valle & Vega, donde trabaja Esmeralda Tortosa o de los olivares de Martín Moreno en la Sierra del Segura (otro de las participantes en la formación «Educar en Paisaje»), como ha sido el caso de su maravilloso aceite ecológico Oleaí, de la Quesería de la Sierra de Huétor Santillán, La Vieja Buchaca, de las panaderías y fábricas de embutido de Cúllar y la Puebla de Don Fadrique, de los cultivos de almendra y pistachos ecológicos de la zona o incluso de la misma Silvella.

El inicio de la primera edición del programa formativo marcó la necesidad de adecuar la cueva, tanto para la realización de las propias sesiones formativas como para el descanso y el aseo de todas las participantes y formadoras. Así, se fueron preparando los baños secos e instalaron duchas y lavabos con materiales naturales y sostenibles (piedra y madera fundamentalmente) y de manera artesanal. Se prepararon aulas para la formación. Se montaron también las camas y colchones, apilables y desmontables, que han permitido el descanso tras jornadas muy intensas. Todo poco a poco, según las energías iban canalizando y permitiendo, pero también con una gran intensidad y carga de trabajo.

El interior de la cueva se ha ido decorando de forma gradual, primero con las ideas y la mirada de Carmen de The Numen Studio, después llenándose de plantas de interior cuidadas con mimo por Loly y más tarde, con los detalles creados durante el proceso de formación. Como el gran mural colectivo realizado con fractales y elementos naturales de Silvella, el ramo de Luz de Lavanda creado por Sergio Moreno o la vasija rota y restaurada por Marga García Navarro, resultados de sus trabajos de arteterapia.

Y mirando al exterior también se perciben cambios. La entrada a la cueva luce ahora más bella gracias al arraigo de varios esquejes de olivo provenientes del olivar de la zona noroeste de Silvella. El ágora de pinos se ha mejorado con la plantación de más vegetación y la entrada y el camino de acceso se han asentado, además se han colocado vallas de madera para delimitar algunos espacios. Por supuesto, se ha dejado espacio para poder encender, en invierno y la noche de San Juan, ese fuego purificador que acoge la celebración y mágicos rituales de agradecimiento y conexión con la naturaleza.

Y todo seguirá cambiando, porque el cambio forma parte de la vida. Porque todo está conectado y todos los elementos y seres interaccionamos para construir la realidad, nuestra realidad. De manera holística y sistémica, desde una pedagogía del paisaje.

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